EL CANTAR DE LOS CANTARES. LITERATURA Y VINO
Un año más participo en este maravilloso Maridaje entre literatura y vino. Propuesta de la Fundación Caballero Bonald, dentro de la semana del Sherry, Sherry Week,
Existe un tema musical de Lole y Manuel cuyo título dice: "Todo es de Color". Así dentro de esta idea elevada y luminosa de que todo es de color, es el libro que propongo para este maridaje de vino y literatura y que no es otro que El Cantar de los Cantares.
Un libro, esencialmente poético, atribuido al rey Salomón, escrito en su etapa de juventud y que a su vez forma parte de ese enigmático y sagrado libro que es la Biblia.
Un libro tan antiguo como actual, cuyo tema es el amor que yo marido con un Néctar, un Pedro Ximénez de la bodega González Byass.
Un vino, diría yo, que de de apertura, de iniciación; remedio medicinal para los niños inapetentes, que yo empecé a catar a muy pequeños sorbitos, en mis años tiernos. Y que como este libro, alegórico, espiritual y carnal, nos invita a vivir la vida como un regalo y el amor como un don.
Un libro con el que deleitarse con el misterio mismo de la poesía que este encierra.
Prohibido en España por la Inquisición, recordemos que por su traducción al castellano, Fray Luis de León pasó varios años de su vida en la cárcel, y que inspiró, sobremanera, a otros poetas y místicos españoles, como San Juan de la Cruz y su Cántico espiritual.
Una exaltación de los sentidos en un mundo paradisiaco, sensorial y simbólico, donde el campo, las flores, las gacelas, el vino, la miel y la leche se recubren de esa idea elevada y luminosa donde todo es de Color.
(Aquí os dejo un fragmento de "El Cantar de los Cantares")
La Amada
Como manzano entre árboles silvestres,
es mi amado entre los jóvenes.
Me gusta sentarme a su sombra,
paladear el exquisito sabor de sus frutos.
Me llevó a su bodega,
desplegando sobre mí su bandera de amor.
Confortadme con pasas,
reanimadme con manzanas,
que desfallezco de amor.
Su izquierda está bajo mi cabeza
y su derecha me tiene abrazada.
Amado
Yo os conjuro, muchachas de Jerusalén,
por las gacelas y las ciervas del campo,
que no molestéis ni despertéis a mi amor
hasta que ella quiera.
Isabel de Rueda
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