LA COLOMBINE;  UN MISTERIO CON NOMBRE DE MUJER

 

Existe  un  pequeñísimo pueblo en el corazón de Níjar, llamado Rodalquilar. Este pueblo situado en un hermoso valle, es conocido por sus antiguas minas de oro y por sus impresionantes e idílicas  playas. Las más cercana: El Playazo y a solo unos kilómetros; Los Escullos, La Caleta del Moro...

Las enormes rocas de origen volcánicas y los acantilados que rodean sus cristalinas aguas, sobrecogen por su fuerza telúrica y por ese halo de misterio que envuelve toda la zona. 

 Un paisaje singular, para enamorarse rendidamente, como así mismo confieso me ocurrió, después de un viaje en ruta por esas tierras  almerienses, declaradas Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.



Lo que no podía imaginar por ningún asomo, era ese otro misterio  menos conocido que encerraba el valle en el que pernoctamos.  Un misterio con nombre de mujer ”La Colombine “ y una historia que, como pepitas de oro, poco a poco iba saliendo a la luz, gracias al ingente trabajo de estudio y  recuperación, casi arqueológica, de personas interesadas en desenterrar del olvido a mujeres que como La Colombine intencionadamente quedaron enterradas y sepultadas por el franquismo.



Después de rastrear un poco,  supe que La Colombine, es uno de los seudónimos más conocidos de Carmen de Burgos;  prolífica  escritora, periodista, traductora, activista de los derechos de la mujer y de otras causas sociales,  con una ingente obra a sus espaldas y que  formó parte de  la primera  nómina de libros prohibidos tras la Guerra Civil.

Para mí, toda una revelación. En cuanto más tiraba del hilo, más fascinada estaba por la figura de esta increíble mujer.

Cultivó todos los géneros: Un sin fin de ensayos,  novelas, libros de viajes, relatos, traducciones, además  de cientos de artículos periodísticos publicados en importantes diarios nacionales y regionales.

Nacida en Almería  (1867-1932)pasaría su infancia entre Almería y en el cortijo familiar de Rodalquilar.

Cuando se nace pobre estudiar es el mayor acto de rebeldía contra el sistema. El saber rompe la cadena de la esclavitud.–dice Tomás Bulet-

Esto mismo debió pensar, mucho antes,  Carmen de Burgos, y no justamente por ser pobre, pues ella pertenecía a una familia bastante acomodada ,sino por  la desgracia de ser mujer en una época donde se la relegaba sólo y exclusivamente al cuidado del marido junto a las tareas domésticas y a la crianza de los hijos.

Su rebeldía la lleva a cometer el error de  casarse a los dieciséis años  en contra de la voluntad paterna  con un periodista 12 años mayor, de carácter infiel, trasnochador y bohemio que le haría sumamente desgraciada. Esto añadido el inmenso dolor producido por la pérdida prematura de sus tres primeros  hijos, en lugar de achicarla la envalentona. Ya embarazada de su hija María, única sobreviviente, se pone a  estudiar, a veces por las noches y a escondidas, para sacarse por libre el título de maestra y poder al fin independizarse económicamente del yugo matrimonial. De ese modo consigue mediante oposiciones una plaza como maestra en Guadalajara, con la que abandona al marido y se trasladándose con su hija a Madrid.



Allí en Madrid  pronto se convertirá en la primera mujer redactora de un importante periódico, adoptando el seudónimo de La Colombine.

Su actividad es imparable; además de haber sido también la primera corresponsal de guerra, en la guerra de  Marruecos.

Escribe con profusión, viaja por toda Europa y  crea en su propia casa  una  reunión semanal llamada la Tertulia Modernista,  donde acudían intelectuales, escritores, y artistas de toda índole, como Blasco Ibañez.  Allí conoce a Ramón Gómez de la Serna,  quince años más joven que ella y con el que mantendría una libre y larga relación amorosa  durante casi veinte años.

“Sus ojos que parecen ver no hacen más que pensar  -dice Ramón refiriéndose a Carmen.

Consiguió muchos logros y ser muy popular y reconocida entre sus coetáneos. Fue miembro, junto a Emilia Pardo Bazán y Blanca de los Río del Ateneo de Madrid.

Se relacionaba con artistas e intelectuales de la talla de Benito Pérez  Galdós, Blasco Ibañez, Cansinos Assens, Juan Ramón Jiménez, Julio Romero de Torres, Sorolla…su amigo Gregorio Marañón le escribió el prólogo de su novela Quiero vivir mi vida( 1931) que la editorial Berenice ha publicado  recientemente.

Comprometida con su época, decía:

“El mal social procede de la ignorancia y del oscurantismo, la salvación está en la educación y el trabajo…“El progreso verdadero de los pueblos está en la ética.”

En 1927 escribió un  sorprendente tratado sobre el feminismo  La mujer Moderna y sus derechos,  veintidós años antes que  El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir.

Complementariedad de los sexos- decía-  que no superioridad.

“Nadie más beneficiado que el hombre mismo en el triunfo del feminismo” “…el Feminismo no es la lucha de sexos, ni la enemistad con el hombre, sino que la mujer desea colaborar con él y trabajar a su lado”



Estirar del hilo de  la madeja tiene maravillosas  y recomendables consecuencias. Eso me pasó con la Colombine, tras pasar esa pequeña estancia, que os cuento, en Rodalquilar  y tener la imperiosa necesidad de seguir su huella.

“Me crié en un lindo valle andaluz, oculto en las últimas estibaciones de la cordillera africana. En esa tierra mora, en mi inolvidable Rodalquilar, se formó libremente mi espíritu y se desarrolló mi cuerpo”

 –Escribió en una Autobiografía en 1909 refiriéndose a su infancia-

Nadie me habló de Dios ni de leyes; y yo me hice mis leyes y me pasé de Dios. Allí sentí la adoración al panteísmo, el ansia ruda de los afectos nobles, la repugnancia a la mentira y los convencionalismos”

 Rodalquilar,  un pequeñísimo pueblo, un paisaje singular y un misterio con nombre de mujer, La Colombine; un referente femenino, injustamente borrada de  la historia de nuestro país y que merece, por justicia, ser recuperada.



          

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