GABRIELA MISTRAL- TAN FAMOSA COMO DESCONOCIDA

Aquí dejo el artículo sobre la poeta Chilena: Gabriela Mistral. Artículo que ha salido recientemente publicado para la Revista de poesía Enverso del Ateneo de Jerez.



Dibujo: Yobani Boza


GABRIELA MISTRAL (1889-1957)

ESA FAMOSA DESCONOCIDA 

   Tuve la suerte junto a otros poetas andaluces de ser invitada en el otoño del 2011 a participar en unas jornadas de estudios  mistralianos que se celebraron en Vicuña, -Chile- tierra natal de Gabriela Mistral.

No tuve conciencia, hasta entonces, tras verme inmersa en esas extraordinarias jornadas, de lo que supuso la vida y la obra de esta gran poeta y humanista, tan conocida y famosa en el mundo de las letras como desconocida a un tiempo.

Una poeta y una mujer extraordinaria, autodidacta, -nunca fue a estudiar a un liceo ni tampoco a la universidad- valiente, cuestionada y despreciada por muchos, pese a obtener, entre otros muchos reconocimientos, ese máximo galardón que le otorgara la real academia sueca en 1945, y que la convertía en la primera mujer hispanoamericana en conseguir el premio Nobel de literatura.

Enigmática, profunda, como una de esas majestuosas montañas de la cordillera andina, la comparaba Octavio Paz; abismal y terrosa. Así las montañas que rodean la comarca del Valle de Elqui donde la poeta nació y creció.

Un lugar apartado, idílico y abrupto de la región de Coquimbo que, en aquella ocasión, tuve la oportunidad de recorrer, en ese bucear las huellas, por donde Lucila Godoy, -verdadero nombre de la poeta chilena- daba sus primeros pasos, tanto en la poesía como en la enseñanza.

Dos vocaciones que de forma paralela se entremezclan y que van a marcar su azarosa vida, llenando de verdadero sentido toda su existencia.

Con sus libros; Desolación, Ternura, Lagar, se convierte en poco tiempo en todo un referente de la literatura hispanoamericana del siglo XX.

Una mujer extraña, introspectiva, defensora de una reforma educacional que integra a la mujer, al campesino, al indígena, porque ella sabe, que la educación es la forma más alta de llegar a Dios.

Instruya a la mujer. -Escribe en 1904 en un periódico de la zona, del que empezó a publicar sus artículos siendo apenas una adolescente- Cuánta inteligencia perdida en la oscuridad de su sexo. -decía al respecto. Palabras revolucionarias para una sociedad clasista y rígida que miraba a la joven poeta con recelo.

Una existencia marcada desde su infancia por el abandono del padre,-un padre que al parecer era poeta y que ella amaba profundamente- marcada por la pobreza, por la lucha, por el dolor.

Por otra parte, las humillaciones recibidas por las constantes envidias que suscitaba su talento. Los amores frustrados, la tragedia y la muerte que se sucede como una constante en su vida y que irá forjando a fuego lento su carácter reservado y esculpiendo toda su obra, en la que también, hay espacio para la ternura, para las canciones de cuna y los arrullos.

Dios me perdone este libro amargo y los hombres que sienten la vida como dulzura me lo perdonen también.

Nos dice al final del que fuera su primer libro: Desolación. Porque hay sonrisas que no son de felicidad sino una forma de llorar con bondad.

Pero también, la de Gabriela Mistral, es una existencia marcada por el reconocimiento temprano que tuvo de sus muchos logros, que la lleva a recorrer gran parte de Chile ejerciendo como maestra y directora de diferentes liceos o institutos, también como pedagoga y embajadora, a una vida errante, entre América y Europa.

Hay una firmeza asombrosa bajo mi debilidad de mujer. …Soy paloma y soy fiera. Sé arrullar y rugir.

Así se definía la poeta en uno de sus diarios íntimos que tuve la oportunidad de adquirir en esas extraordinarias jornadas.

Y así, exactamente es como se define en Desolación, el que fuera su primer libro de poemas. Libro que fue, curiosamente publicado en Nueva York, en 1922, gracias al gran filólogo hispanista, Federico de Onix, que la lanzó a la fama internacional, y en donde se recogen sus famosos Sonetos de la Muerte. 

Poemas trágicos con una marcada veta de erotismo y de ternura a un tiempo que sorprende al jurado, y que alude a uno de los episodios más tristes, -que no el único- que Gabriela tuvo que sufrir tras el suicidio del que un día fuera su prometido; Romelio Ureta.

Del nicho helado en que los hombres te pusieron, / te bajaré a la tierra humilde y soleada. / Que he de dormirme en ella los hombres no supieron, /y que hemos de soñar sobre la misma almohada. /

 


Poemas con los que la maestra Lucila Godoy de Alcayaga, gana los prestigiosos juegos florales en Chile, con tan sólo veinticinco años, y lo hace con el seudónimo con que todos la conocemos: Gabriela Mistral. Gabriela, por el poeta italiano, Gabriele D´Annunzio. Y Mistral, por el poeta francés Fréderic Mistral.

Me alejaré cantando mis venganzas hermosas, -le dice al amado suicida- / porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna/ bajará a disputarme tu puñado de huesos! /

Un extraño y asombroso caso dentro de la historia de la literatura universal, -así lo hace ver algunos de los muchos biógrafos- casi un milagro, me digo, si rastreamos los tristes recovecos de su infancia y vemos cómo esa niña de saya azul y de tostada frente que un día fue Lucila, pudo alcanzar la cima más alta de la literatura, sin apenas haber pisado una escuela que no sea para ejercer ella misma -a posteriori- su vocación de docente.

Las primeras letras, -ella misma lo confiesa- se las debe a su media hermana Emelina, que ejercía de maestra en su propia casa. El amor y el gusto por la poesía, le viene de su padre, -nos dice- de los salmos y otros muchos pasajes bíblicos que le leía su abuela, de la naturaleza, que ella consideraba sagrada, y por supuesto, de los libros. Esos libros que con tanto anhelo solía tomar prestados de la biblioteca.

Su convalidación como docente la lleva a recorrer numerosas ciudades y pueblos de Chile.

Sabemos que en Punta Arena conoció a la escultora y pintora, Laura Rodin, con la que mantuvo una larga y estrecha relación de amistad, y que estando de directora en Temuco, conoció al joven Neftalí Reyes -Pablo Neruda- quien se acercó a la ya consagrada poeta para pedirle consejos de lecturas y a quien le mostró sus primeros escritos. La gran literatura rusa entre otros fueron sus consejos, Dostoievski, Tolstoi…

Para mí tuvo siempre una sonrisa abierta de buena camarada, una sonrisa de harina en su cara de pan moreno. Escribió, muchos años después Pablo Neruda en Confieso que he vivido.

Colabora con la revista Elegancia que dirige Rubén Darío a quien dice ser el culpable de esa querencia suya por la poesía.

La influencia de poetas como Juan Ramón Jiménez, Tagore, los místicos, con Santa Teresa a la cabeza, Manuel Magallanes, Amado Nervo, entre otros -sin olvidar la biblia- la lleva a una poesía que intenta alejarse de toda afectación estética e iniciar una búsqueda del ser en las raíces a través de la sencillez, lo autóctono y lo criollo.

No hagáis ruido en torno a ella, -escribe el poeta Pedro Prado- porque anda en batalla de sencillez.

Escribir no es otra cosa que ir al otro lado del espejo, -dice Rilke- entrar en uno mismo, observarte también en tus miedos, en tus demonios y eso lo sabía muy bien Gabriela.

/Si tú me miras yo me vuelvo hermosa, /- dice Mistral en un bellísimo y atrevido poema de amor. Un poema intimista que trasciende por su belleza y veracidad y que denota esa triste percepción que ella pudo sentir en un momento dado de sí misma.   

/Tengo vergüenza de mi boca triste, / -continua el poema- / de mi voz rota y mis rodillas rudas; / ahora que me miraste y que viniste, / me encontré pobre y me palpé desnuda. /

Una autoestima baja, tal vez, un Síndrome del Impostor nunca superado si no fuera por esa idea de Dios, esa creencia mística y salvadora de sentirse parte de algo sagrado, algo mucho más grande y trascendente.

Creo que recibí una misión en este pedazo de tierra. -escribe en su diario-

Algo así, también debió sentir Gabriela cuando, por sorpresa, recibe una carta del ministerio de educación de México, donde la invitan  trabajar en un enorme y ambicioso proyecto de reforma educacional que se estaba llevando a cabo en todo el país, y que ella acepta con máximo entusiasmo.

País al que parte acompañada de Laura Rodín. Allí conoce a la mexicana Palma Guillén, la que luego sería por muchos años su mayor confidente, secretaria y amiga.

Juntas recorrieron las aldeas y los pueblos más perdidos y desfavorecidos de México en donde Mistral crea y pone en funcionamiento un método pedagógico de aprendizaje, del que muchos desconocen y que sabemos, sigue estando en la actualidad en su mayor parte vigente. También en México escribe el libro; Literatura para Mujeres.

Dos años -desde 1922 al 1924-de los más felices y productivos de su vida, porque para Gabriela, tanto la enseñanza como la poesía, es algo que parte de lo estrictamente sagrado. Y así nos lo hace ver en La oración de la Maestra, poema escrito en prosa, donde ruega a Dios hacer de sus niñas el verso más perfecto.

hazme despreciadora de todo poder que no sea puro, dame sencillez y dame profundidad, líbrame de ser complicada o banal en mi lección cotidiana.

Una vida intensa de una mujer que rompió moldes, una libre pensadora, una poeta que parece haber estado siempre fuera del canon de lo establecido, más próxima del feminismo de ahora que el de antes, pues siempre abogó por el derecho del niño a ser criado por la madre. -un derecho; del niño y de la madre que antes no se contemplaba- sacralizó la maternidad en muchos de sus poemas.  Escribió mucho sobre la infancia y el amor maternal.

Tan amada, como repudiada por unos y por otros. Reservada y austera.

Soy mujer de un puñadito de afectos… vivo de los afectos como del aire y la luz. 

Nunca se casó. Entre ese puñadito de afectos, al igual que lo fuera Palma Guillén  y su amado, yin yin, -hijo adoptivo que murió trágicamente- se haya de una forma muy especial, su última secretaria e íntima amiga, la escritora neoyorquina: Doris Dana. Relación de la que tanto se ha especulado al salir a la luz su correspondencia privada. Se conocieron en 1946 y ya no se separarían hasta la muerte de la poeta en 1957, haciéndole heredera y albacea de su obra.



Aunque Mistral vivió y murió lejos de su patria, nunca olvidó su pueblo y sus raíces en el valle de Elqui, de modo que, en su testamento, quiso también que los beneficios de todas sus obras editadas en América del Sur, fueran a parar a los niños pobres de la comuna de Montegrande.

No ha sido hasta el 2006, tras la muerte de su principal heredera, Doris Dana, cuando todo el legado de la Premio Nobel, más de 40.000 manuscritos, infinidad de cartas, diarios y objetos personales, que han sido traspasados y cedidos al gobierno de Chile, cuando ha surgido un nuevo interés por la figura y la obra de Gabriela Mistral.  Muchos estudiosos proponen nuevas investigaciones, relecturas y un serio y riguroso análisis de su vida y de su obra.


 DECÁLOGO DEL ARTISTA

I.    Amarás la belleza que es la sombra de Dios sobre el universo.

II.   No hay arte ateo. Aunque no ames al Creador, lo afirmarás creando a su semejanza.

III.  No darás la belleza como cebo para los sentidos, sino como el natural alimento del alma.

IV. No te será pretexto para la lujuria ni para la vanidad, sino ejercicio divino.

V. No las buscarás en las ferias ni llevarás tus obras a ellas, porque la Belleza es virgen, y la que está en las ferias no es Ella.

VI.  Subirás de tu corazón a tu canto y te habrá purificado a ti el primero.

VII  Tu belleza se llamará también misericordia, y consolará el corazón de los hombres.

VIII. Darás tu obra como se da un hijo: restando sangre de tu corazón

IX.   No te será la belleza opio adormecedor, sino vino generoso que te encienda para la acción, pues si dejas de ser hombre o mujer, dejarás de ser artista.

X.   De toda creación saldrás con vergüenza, porque fue inferior a tu sueño, e inferior a ese sueño maravilloso de Dios, que es la Naturaleza.

-Gabriela Mistral-



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