EL AMOR Y SUS DONES -Prólogo del libro de poesía, "DESCIFRARTE" del Poeta Alejandro Pérez Guillén
DESCIFRARTE
EL AMOR Y SUS DONES
Muy contenta de tener ya en casa el último libro de poesía del poeta y amigo, Alejandro Pérez Guillén , de haber escrito el prólogo y sentirme un poco cómplice de esta nueva aventura poética de Alejandro.
Alejandro Pérez Guillén |
Contemplar el mundo bajo la piel de la persona amada, desvestirse y así, desnudo, amasar el pan tierno de las palabras, es la valiente propuesta de este libro de poesía que el lector tiene entre sus manos.
Y digo valiente, porque hablar de ese hondo y profundo
sentimiento que produce el amor en su concepto más puro, -filosóficamente
hablando- no deja de ser siempre un acto revolucionario.
Aún más en estos tiempos de usar y tirar en el que impera
lo meramente físico, rentable y utilitario. Un poemario donde vemos como Afrodita
y Eros se aúnan verso a verso en una lírica donde el agua, las fuentes y otros
elementos vitales de la naturaleza van penetrando como las suaves notas de un laúd
por las cinco partes que lo contiene, y en el que el pulso del poeta se desvela
como en una casida árabe -reminiscencia, tal vez, de esa lírica tradicional
andalusí- llenando de sabiduría, sensualidad y belleza la totalidad del mismo.
Así a través de la metáfora y del uso altamente simbólico de las palabras se observa como el yo poético a través del amor se va descubriendo a sí mismo en otros territorios del conocimiento.
…Ahí bajo la piel/ he contemplado el mundo/ y
he encontrado escrito este poema/…
Descubrir el mundo y descubrirse a sí mismo, pero también,
el hallazgo de la poesía a través de la amada, porque el amor, si es algo,
entre otras muchas cosas, es una fuente de conocimiento y de sabiduría, parece
que quisiera decirnos el poeta de Benalup.
En el Banquete -nos dice Platón- existen tres clases diferenciados
de amor: el amor físico, que sólo tendría que ver con Eros y el deseo sexual,
el amor del alma o el llamado amor platónico, donde no existe ni se
desea el contacto físico, y otro tipo de amor que, según el filósofo griego, sería
el amor perfecto, siendo éste una mezcla equilibrada de ambos.
Hay que decir que este libro de Alejandro participa de esta
última clase de amor.
Es tu vientre un cuenco de frutas desatadas…es
tu sexo un jilguero/ intranquilo que abandona la paz/ aburrida del nido. /
O en este otro donde aparece esa antigua idea de Destino
-que decían los griegos- El destino visto como esa imperiosa fuerza de la que ni
tan siquiera los dioses pueden escapar.
Tarde o temprano habría/ dando contigo. / No
hay otra forma de taparle la boca al corazón/
Hoy también sabemos que el corazón era la única víscera que
los egipcios dejaban en el interior de las momias como centro necesario al
cuerpo para la eternidad.
El corazón y su identificación con el sol, como así en
muchas culturas milenarias, con la siembra y la cosecha, - metafóricamente
hablando- es esa la reflexión que trasciende de muchos de los poemas de los
cincuenta que contiene este libro. Un poemario, que como ya dije antes, se estructura
en cinco partes diferenciadas, cinco partes donde siempre y como nexo común, aparece
el corazón como núcleo, como asidero y hombro contra las adversidades, pero
también como asombro y puertas del conocimiento.
Colocar las tildes de amor sobre el asombro -nos
dice el poeta- sabiendo desde el inicio que éste, el Amor, es una llama
frágil que hay que proteger pese al vértigo que produce el paso cambiante
del tiempo.
La arquitectura del verso blanco, -endecasílabos y
heptasílabos en su mayoría- esa sutileza de palabras escogidas desde la
intuición. Palabras que se alinean, que se juntan y encajan al servicio de esa
música sagrada e intuitiva que sólo el poeta verdadero escucha.
El amor, la búsqueda de la belleza, el erotismo; esa
persiana que se cierra y se abre -símbolo inequívoco del deseo sexual- y que no
sólo se encuentra presente en la alcoba de los amantes, también aparece en
otros espacios o estancias de la casa, a veces, en el desorden de lo cotidiano,
entre los quehaceres domésticos y los inocentes juegos de mesa.
Un libro de poesía que no deja de ser una reflexión sobre
el amor y sus dones, pero también sobre la realidad y el deseo, que
diría Cernuda, el sentimiento de pérdida o ese miedo terrible que el amante
tiene a no ser correspondido.
Y como antídoto, la figura de la abuela con su aguja en la
mano y sus sabios consejos. Esa abuela tierna y exquisita que le exhorta al amor
porque la caricia abre surcos invisibles…y si te caes, levantarse
del suelo -le dice- con la dignidad de una hoja/ que se desprende del
árbol.
Porque si algo sabe el poeta de Benalup, es arrancar las
malas hierbas a la tristeza, arrugarle las camisas a la vida, la emoción
-nos dice en un bellísimo poema- no consiste en mantener las prendas impolutas.
/Consiste en saber que vienes a verme. / Y aun así, sigue intacta la sorpresa.
Isabel de Rueda
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