AL POETA Y AMIGO DOMINGO F. FAILDE

 

 








                                            A Domingo F. Faílde

 

Hablaré de ti

I

Hablaré de ti, tú que naufragas

al borde del silencio y que meditas

el paisaje oculto de las conchas.

Hablaré de ti,

de tus principios celtas,

del valle y la ladera oculta de tu pluma,

la nívea

conciencia de tu frente.

Daré cuenta,

si así me lo permites, amigo Faílde,

de tu rostro quedo y amigable,

tu pasado de viñas tabernarias.

Y hablaré de Eneas, 

de aquel mar azul e impetuoso

en la grafía 

que avanza por tus sueños.

Fausto y Mefestófeles entre la fronda

oculta de aquel verso

que siempre a ti te mira.

 II

Y fue la noción de besar tu frente

en esa quieta latitud de frío

dónde el muérdago alienta

con su último roce el vuelo

que emprendiera

el hombre, el poeta

Y fue que lloré entonces el  epitafio,

sorbí,

las sábanas del mar en una copa,

la encofrada noche

mordida

por la luz mordaz de aquel poema

que tus labios últimos trazara.

 III 

Y ya no estabas, pero estabas…

sin retorno tu aliento pero estabas

en el llanto de un libro acariciando

su cubierta inasible.

IV

Esta tarde las olas han dejado

en un folio el relieve

herido de algún templo,

las vestales de dunas,

allá en Baelo Claudia.

Ha dejado en un folio

la silueta herida de un ángel,

y una rosa y una pluma,

el escudo

                   de un árbol

ha pintado,

esa lágrima rota en un celindo,

donde nunca la sombra.

donde siempre la luz.

(Del libro: Memoria Errante)

 

 

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