Resultado de imagen de platero y yo

 

Acerca de Platero y Yo

 

 

Entre los muchos libros que he leído, recuerdo con especial cariño el libro de Platero y yo,  de nuestro insigne y universal poeta andaluz Juan Ramón Jiménez.

Un libro rebosante de ternura con un fondo velado de crítica social y que al aparecer de una forma tan temprana en mi vida  me desvelo de golpe, todo lo que tiene que ver con la belleza del lenguaje. Junto a él empecé a amar la literatura y como no, a la poesía.

Tendría  ocho, nueve años…no sé la edad, sólo sé que  era pequeña…Una tarde de no sé qué día…  Ni siquiera vagamente y haciendo un enorme esfuerzo puedo recordar el nombre,  ni el rostro de mi señorita,  como así se llamaba y aún se suele nombrar en España a las maestras.  Curiosamente, y esto es algo a resaltar, sólo me quedó el recuerdo de su voz. Sí, sólo su voz.  Una  voz suave, modulada, declamando para toda una clase, el primer e inconfundible  capítulo de Platero y yo

Me pareció sublime, jamás nunca antes había escuchado una descripción tan hermosa, tan bella, tan delicada para referirse a un animal, a un burro...ahí  ya fue que empecé a sentir de una forma muy especial todo el hechizo  y toda la música de la palabra hilada.

…tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro…

Esa semilla juanramoniana tuvo que quedar impregnada para siempre en algún hondo lugar de mi alma. En cuanto me hice un poco mayor me aficioné a comprar libros. En mi casa, en aquel entonces,  excepto una antigua enciclopedia, compradas de segunda mano,  nunca hubo libros de ningún tipo,  mucho menos  de poesía.   Recuerdo que esos primeros ejemplares  los iba comprando poco a poco  en Simago, uno de los primeros supermercados que hubo en Jerez hoy convertido en un Carrefour.Cada uno de esos libros que poco a poco  iba adquiriendo  suponía una conquista. Libros de bolsillos, baratos y asequibles, de la colección Austral o las editadas en Argentina también de Losada… Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Unamuno, Borges… libros que llegaron a mi vida para quedarse y que poco a poco, en mis ratos libres, iba devorando con fruición. 

En esta remembranza, quisiera también referir un episodio de un verano de 1980. Una excursión en autobús a la playa de Valdelagrana. Allí sentados  sobre  la dorada arena, bajo una sombrilla de lona, mi novio y yo leyendo en voz alta los últimos capítulos de Platero y yo. Esta vez se trataba la editorial Brugeras en una  preciosa colección de  bolsillo.  

   ¡Platero, amigo! –le dije yo a la tierra.; si, como pienso, estás ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo a los ángeles adolescentes, ¿me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime: ¿te acuerdas aún de mí?                          

   Y, cual contestando a mi pregunta, una  leve mariposa blanca que antes no había visto, revolaba insistentemente, igual que un alma, de lirio en lirio.

…Un inconfundible  olor a salitre se funde en este recuerdo.

Pero fue en la clase, en un modesto colegio de barrio humilde, donde las altas y anchas puertas de la literatura se me abrieron de golpe.

Como  Alicia en el País de las Maravillas, debí caer por un enorme agujero. Allí atrapada junto a Platero y a la voz de una maestra sin rostro fue que me perdí   en la magia de ese otro universo cósmico,  donde sabemos  reina  la fascinante chistera de la palabra.

 

                                                                (Confinamiento Primavera 2020)


Isabel de Rueda

 


Comentarios

Entradas populares