Presentación del Libro: La Exacta Quietud del Ahora.
Presentación de libro de Pedro Enríquez junto a José Manuel Darro y Josefa Parra en la Fundación Caballero Bonald.
La Exacta Quietud del Ahora
La verdad es que para mí es una enorme alegría estar aquí celebrando y acogiendo, esta nueva emoción poética que supone, La Exacta Quietud del Ahora; Título del último libro del querido poeta amigo, Pedro Enríquez.
Una Antología de poemas donde
el Antes y el Ahora se funden en una poesía que ahonda, que perfora, nos dice
en el prólogo el poeta argentino Norberto Barleand e invita al lector a
internarse en los entresijos por donde transcurren los sitios más sensibles. En esos territorios sutiles donde el espíritu
de la Cervatana reaparece, una y otra vez, con su lenguaje simbólico, sus inusuales
metáforas, sus juegos de palabras, su ironía, y con ello, una voz personalísima,
inconfundible, que se puede apreciar desde ese Extremo a extremo del
silencio,- título de su primer libro
publicado en 1988 hasta el último en 2018 que es cuando
se publica El Hueco de su mano, pasando
por títulos tan significativos en su obra poética como Poesía para
desafinados , Lienzo del Deseo, o el Eco de los pájaros, entre otros
sugerentes títulos, como Sueños del laberinto, Liturgia del olvido, Vigilante
de nieblas… Una andadura de más de treinta años -muchos de estos libros, hay
que decir, fueron publicados fuera de España, algunos muy difíciles de
conseguir-.
Porque Pedro Enríquez, para
quien no lo conozca, es un poeta viajero con una vasta obra publicada y muy
reconocida fuera de nuestras fronteras, sobre todo en Sudamérica -Puerto Rico,
Perú, Argentina,-y en Marruecos.
Un andaluz universal,
inconformista, humilde en su transitar, como son los grandes hombres, viajero y
al mismo tiempo pausado y observador.
El poeta nace y luego se hace,
nos dice.
Sus libros y poemas han sido
traducidos en infinidad de idiomas, además
de ser un gran impulsor y difusor de la poesía, ha coordinado y dirigiendo
importantes eventos y festivales , algunos tan prestigiosos como el Festival
Internacional de poesía en el Laurel que se viene celebrando desde el 2004 en
la Zubia, -Granada-, por donde han discurrido poetas y músicos tan enormes como
Antonio Gala, Luis Eduardo Aute, Rafael
Guillén, Francisca Aguirre, Felix
Grande, Antonio Gamoneda, Alberto
Cortes, Amancio Prada, entre otros muchos.
Descubrió la poesía siendo
apenas un niño,- nos confiesa- intentando descifrar el enigma de ese gran libro
que contiene los muros de la Alhambra, -lugar
que solía frecuentar de la mano de su
padre- e ir volando con su imaginación más allá de sus arcos, sus fuentes y sus
jardines. Luego serían los clásicos,
Juan Ramón Jiménez, Lorca, Machado, San Juan de la Cruz, Valente, Gamoneda… entre
otros muchos poetas que dejaron una huella imborrable en su quehacer poético. La
poesía como indagación, como conocimiento de uno mismo y del entorno, como esa
honda palpitación del espíritu que diría don Antonio Machado. Porque la poesía,
nos dice el poeta de Granada se orienta hacia el misterio y ella sabe -la
poesía- que una cicatriz abierta es
la única memoria. Por eso, es tan urgente y tan necesario, poner nombre a la mañana, al origen del alba, a
todas las cosas como un niño cuando crece.
Temas universales como la soledad, el amor y la muerte, pero también el asombro, esa idea de sentirse parte de ese Todo y con ello, esa idea de trascendencia, de la existencia de un ente superior, un ente que el poeta siente, gravita en todas las cosas, pero del que en el fondo, admite, tampoco tiene certezas. Acaso cuando digo Padre, / y digo Dios,/ me escuchas,/ apostillando luego que al principio fue la Palabra, y el Amor la única certeza. Un libro, una antología donde el poeta, palabra contra palabra, desnudo contra desnudo ha dejado su rastro, ese camino que solo se hace al andar, y en donde se puede divisar esas sandalias machadianas cubiertas de polvo y arena que acompaña a todo buen caminante.
Isabel de Rueda
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